
Las bebidas alcohólicas son opciones en muchas juntadas o festejos, a veces en consumo moderado y otras no tanto. Son bebidas que debemos moderar ya que además del aporte de azúcar que pueden tener algunas bebidas o de las calorías que contenga en su totalidad, el alcohol tiene un impacto propio.
Independientemente de las calorías, debemos conocer lo que este componente hace en nuestro cuerpo.
Las calorías del alcohol pueden cuantificarse de manera general en 7 kcal/g de alcohol. El valor energético aumenta si la bebida contiene azúcares como ocurre con la cerveza o vinos dulces. Carecen de micronutrientes y de importancia nutricional.
El etanol no necesita digestión y es absorbido casi en su totalidad en el estómago y el intestino delgado. Una vez absorbido pasa a la sangre siendo ampliamente distribuido por el organismo. Es por eso que la concentración sanguínea del alcohol refleja de un modo directo lo consumido. La velocidad de absorción va a depender de la cantidad ingerida, el tipo de bebida y del contenido gástrico.
El alcohol etílico se metaboliza casi exclusivamente en el hígado y suceden dos oxidaciones:
- La oxidación del etanol a acetaldehido.
- La oxidación del acetaldehído en acetato. El acetato puede juntarse con la Coenzima A para dar Acetil Co A.
Finalmente el acetato o el Acetil Co A, será utilizado como energía. Esta energía no puede ser aprovechada por el músculo y será tomada por otros tejidos. Al usarse Acetil Co A como fuente de energía, disminuye la utilización de ácidos grasos, por lo tanto favorecerá la formación de triglicéridos en el hígado, es por eso el riesgo de hígado graso en bebedores crónicos. Por supuesto, al no utilizar los ácidos grasos, tampoco será eficaz la oxidación de la grasa corporal, pudiendo tener aumento de peso.
El etanol es un tóxicoEl alcohol no sigue las vías normales de digestión, es tóxico para nuestro organismo por lo que va a irritar nuestro sistema digestivo. Y si bien éste trata de eliminarlo con total rápidez, cuando soprepasa ciertas cantidades nada puede hacerse para evitar que circule por todo el cuerpo y llegue a nuestro cerebro, teniendo un efecto depresor en el sistema nervioso central.
Por otro lado, el alcohol genera euforia, disminuye la inhibición y el control mental sobre nuestro comportamiento, afectando nuestro juicio y probablemente permitiéndonos hacer cosas que no hubiéramos querido hacer sobrios.
La próxima vez que creas que eres mejor, que bailas mejor, que hablas mejor habiendo tomado, no te lo creas, a menos que hagas las cosas mejor… ¡sin cerebro!
Recordemos que el alcohol es muy adictivo, por lo que debemos tener cuidado y ser conscientes del modo de consumo tenemos. Las bebidas alcohólicas no son recomendadas en ningún caso y, si se desean consumir, debe hacerse de manera controlada en frecuencia y cantidad.
Lo que comemos y bebemos influye en nuestra salud ¡no lo pasemos por alto